Ésta es mi Casa, tu Casa

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sábado, 3 de diciembre de 2011

VAHO


Ha llegado el frío
y nos reta en combate

El frío es ausencia
de calor dice el científico
quietud de la materia
silencio de energía
y sombra

La vida es luchar contra ese frío
animales de sangre caliente
y aliento de vapor

Aunque el frío siempre venza al final de esta batalla
es mejor plantarle cara en el ahora
sentir el placer de su zarpazo en el rostro
tras la celada de metal fundente del coraje.

Que otros cuerpos ardan junto al tuyo
que otras manos aviven tus brasas
que otros ojos te enciendan
para mantener viva la fogata de tus días
Januman
 Una canción "mechero"

sábado, 6 de agosto de 2011

CONFIDENCIAS


Sí, lo sé, las entradas se espacian en un lento goteo que rompe silencios cada vez más largos con una resonancia a pozo que se agota. Confieso que me cuesta escribir, especialmente aquí, en este blog, que surgiera ya hace dos años del delirio de una noche interminable de verano. Ni siquiera sé si me seguís leyendo, a excepción de mi queridísimo y paciente trío de damas del norte, la vieja guardia de la taberna, sin la cual ya hace tiempo que hubiera colagado el carteL de se traspasa. En el fondo puede que me escriba a mí mismo, el blog siempre tuvo algo de onanista.

Nació con escasas pretensiones de lectura, como mensaje en botella que se lanza al mar con apenas esperanzas de que llegue a algún destino, pero escrito más como Crusoe, a modo de un diarío que aliviase la inmensa soledad de mi naufragio. No ocultaré que aquel inicio contenía ocultas intenciones, que no merece la pena develar ahora; pertenecen a la trastienda de mi vida, esa cocina de Januman en la que se ha guisado a fuego lento cada entrada. Lo sé, parece incongruente ese juego de palabras de ocultismo, pero aquello que causó dolor debe permanecer en las letrinas, donde el tiempo y la conciencia lo fermentan para extraerle su esencia. Todo pasa y solo queda el aroma del recuerdo. La melancolía, esa infección que reinaba a sus anchas en las mucosas inflamadas de mi alma, resulta una pose vanidosa del orgullo, una muleta que nos vuelve cojos, una pereza existencial que nos postra en lechos de seda tejidos por el gusano del miedo. Ya hace tiempo que renuncié a servirme el pasado en copas de cristal de bohemia, y prefiero beberme el ahora en el cuenco de mis manos.

Sí, taberna y cocina han ido de la mano en un proceso perceptible a cada entrada, un parelismo emocional del que habéis sido cómplices de lesa intimidad. Lejos quedan aquellos comentarios que se sucedían en cascada febril y palpitante, aquellas escaramuzas elegantes en que palabra a palabra nos desnudamos de ropaje mientras manteníamos la máscara y el antifaz como trinchera. Fue hermoso, pero ya no es, como tantas cosas, como tanta gente.

Yo mismo no soy yo. Apenas me reconozco en aquel que ávido abría la tapa del portátil y sorbía vuestras palabras con los ojos lamiendo la pantalla. Murió, naufragó en su propia isla, buscando una sirena en los mares del amor propio. Y en ese pozo que se abre cuando se secan las olas y no queda más que arena y fango, chapotée como pez que se asfixia en el aire, dando bocanadas al abismo mientras mi piel se cuarteaba. Aún no sé como he llegado hasta aquí, pero mordí el anzuelo que la vida me lanzó y nadé, como marino borracho en busca de orilla, como lobo famélico que encuentra carne bajo el hielo. Comenzó a llover, y cada poro se hizo boca, y bebí. Solo cuando navegué sin rumbo llegó una sirena, solo cuando renuncié a perderme pude encontrarme.

Todo está escrito en el blog. No importa si nadie lo lee. El simple hecho de dejar que estas palabras existan como tales justifica este momento. De eso va esta entrada, de encontrar un porqué seguir escribiendo aquí. Es una tarde hermosa de agosto. El cielo de Castilla es un mar surcado por una flota de algodón. La ciudad está hermosa, bronceada, como sentada en la terraza de si misma a ver pasar las nubes. Me siento vivo al escribir, hay una voz que resuena en mi sangre, que borbotea en mi boca. Quizás me leas y recuerdes que existes. Solo por eso merece la pena.

...........

Esta entrada surge de una canción, LA MAZA, recobrada del pasado gracias una versión renovada. La original es de Silvio Rodríguez. Mercedes Sosa hizo un versión espléndida con esa voz suya de raíz y tierra. Existe otra a dúo con Shakira más que aceptable.

La letra es magnífica en boca, aunque no de fácil digestión. Puede que incluso cada uno le encuentre su propio sentido. El de Silvio, el autor, te lo dejo al final por si te apetece contrastarlo con el tuyo. Por cierto, el sinsonte es un pájaro de Cuba.

Si no creyera en la locura
de la garganta del sinsonte (pájaro)
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura (miedo)

Si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza.

Si no creyera en lo que agencio
si no creyera en mi camino
si no creyera en mi sonido
si no creyera en mi silencio.

Qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores resplandores,
que lucecitas montadas para escena.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un testaferro del traidor de los aplausos,
un servidor de pasado en copa nueva,
un eternizador de dioses del ocaso,
júbilo hervido con trapo y lentejuela.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.

Si no creyera en lo más duro
si no creyera en el deseo
si no creyera en lo que creo
si no creyera en algo puro.

Si no creyera en cada herida
si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida.

Si no creyera en quien me escucha
si no creyera en lo que duele
si no creyera en lo que quede
si no creyera en lo que lucha.

Ay, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores resplandores,
que lucecitas montadas para escena.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un testaferro del traidor de los aplausos,
un servidor de pasado en copa nueva.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un eternizador de dioses del ocaso,
júbilo hervido con trapo y lentejuela.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.



La letra es magnífica en boca, aunque no de fácil digestión. Por cierto, el sinsonte es un pájaro de Cuba.Hay versos mágicos, de belleza rotunda, nutritivos y sabrosos para mente y corazón. Puede que incluso cada uno le encuentre su propio sentido. El de Silvio, el autor, puedes contastarlo con el tuyo en este enlace.


La versión de Silvio





domingo, 12 de junio de 2011

NANA


A Clara, por devolverme mi infancia

Para el niño que duerme en la cuna de tu alma
para que venga a soñar tu presente
para que muestre a tus pasos
como se saltan las vallas,
como se roba la fruta que la mente prohibe
como se canta con la boca llena
para que te enseñe a jugar al escondite
cuando el miedo se disfrace de bruma,
a ponerle zancadillas y a reirte de ti mismo
a tumbarte en una nube para contar estrellas
y olvidar las tablas de multiplicar dinero
pues sólo el conoce
la palabra que abre el cofre de tus joyas
solo su lengua guarda el mapa de las cumbres
y solo su manita
podrá coronarte como rey del tiempo.

Januman

Nana para el niño que me habita


martes, 19 de abril de 2011

Perdón

Me enseñaron a pedir perdón
pero no a perdonarme a mí mismo.
Aprendí a tener a mano una disculpa
para cuando me atreviera a ser quien soy
Asumí que el perdón no es más que una tregua temporal
y la humildad una camisa de seda blanca
siempre a tono con los trajes del orgullo.
Perdoné,
fui perdonado
pero guardé a recaudo en la memoria
el debe y el haber de cada cuenta saldada en falso.

Ahora mi ser sopesa
una lápida con la palabra perdón escrita con cenizas
que guarda las flores que nunca recibí,
las cartas que no leyeron,
las disculpas esculpidas con voz de sangre,
los abrazos sin tacto,
las legañas que debieron ser lágrima,
los silencios que pesan como aullidos de plomo.

Perdón por profanar la tumba de la resignación,
por abrir la jaula a los canarios
que cantan canciones de muerte
en el balcón de la nostalgia.
Perdón por intentar que esta palabra
sea por fin árbol que enraice
pozo con agua
lejía de luz para sombras pertinaces
frontera que concede el pasaporte a la paz.

Perdón,
sí,
perdonarse y perdonar
los inevitables errores de estar vivo
para vivir por fin sin temor a equivocarse


sábado, 2 de abril de 2011

FIESTUQUI


Seguiremos con las confesiones, así, a la luz de las velas... de cumpleaños....

Que sí, que mañana domingo es mi cumple... Ya saben que es norma de la Casa mantener el más estricto anonimato y, como consecuencia, no develar aquellos detalles que nos permiten etiquetarnos convenientemente para comodidad de nuestra mente y alivio de nuestros miedos.
Aún recuerdo cierta entrada y la polémica que surgió sobre quien era en "realidad" este Januman que les sirve en la barra.

Pero claro, hay fechas y fechas, y ésta merece una pequeña confidencia a la parroquia: 50, cincuenta añitos me contemplarán mañana. Viejuno que es uno.

Ufff, cuanta vida queda detrás, cuantos momentos, buenos, y malos... Los peores, la mayoría , los que no se recuerdan, las rutinas grises, los días vacíos en el tiempo pasa de largo. Una gran parte de mis sueños quedaron por el camino como camisas de serpiente. Yo mismos fabricados con deseos que la vida se encargó de aparcar en el camino como una carcasa hueca.

Llego desnudo, con bastantes cicatrices, algunas supurando todavía. El pasado es una huella que se pierde en la memoria. Hay un niño que viene a mi fiesta. Espera una piñata. Es mi invitado más esperado. Me mira con sus ojos puros, comiendose la vida. Le tomo de la mano, le beso la frente y le entrego el regalo del ahora. Soy yo mismo, pero he muerto, y sin embargo aquel niño permanece en mí. Sólo ahora le he sacado del cuarto oscuro al que le castigó mi estupidez, esa en la que quise ser aquel que yo no era.

Lamento todos los errores cometidos, aquellos en que extravié el camino, en los que derroche tanta energía para nada, en los que tanto me dañé a mí mismo. Lamento sobretodo el daño que causé con mis errores a quienes han compartido conmigo este tiempo y este espacio. Como quisiera devolver cada lágrima o despecho convertido en cariño.

Hace poco descubrí la diferencia entre error y fracaso. Está en la actitud que tenemos ante el fallo: si nos entregamos a las tretas venenosas de la culpa o nos levantamos aunque duela, para que ese dolor nos destile comprensión y nos muestre la tenue luz de la esperanza.

Mañana, cuando celebre con mi peña la onomástica, recordaré esta pandilla buhardillera. Casi dos años llevamos juntos, gracias por vuestra lealtad, por vuestra presencia entrada a entrada.

Cava para tod@s, espumas de risas... y toda una declaración:

HOY VENGO A ENTREGARTE EL CORAZÓN su santidad: Mercedes Sosa

¿quién dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón.
tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
No será tan fácil, ya sé qué pasa,
no será tan simple como pensaba,
como abrir el pecho y sacar el alma,
una cuchillada del amor.
Luna de los pobres siempre abierta,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
como un documento inalterable
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Y uniré las puntas de un mismo lazo,
y me iré tranquila, me iré despacio,
y te daré todo, y me darás algo,
algo que me alivie un poco más.
Cuando no haya nadie cerca o lejos,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
cuando los satélites no alcancen,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Y hablo de países y de esperanzas,
hablo por la vida, hablo por la nada,
hablo de cambiar ésta nuestra casa,
de cambiarla por cambiar, nomás.
¿quién dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón.

martes, 15 de marzo de 2011

CONFESIONES


Bueno, pues eso, que hoy toca confesarse. Siempre da miedo. A mí de pequeño me daba mucho miedo. Quizás porque me llevaban a misa a los Capuchinos y confesaba un fraile calvo pero con una barba larga, descuidada y de un color amarillo sobado. Lo de sobado era constatable en el propio sacramento, pues, mientras me esforzaba por alumbrar esos terribles pecados de la infancia (meterme con mi hermana, decir una mentira del calado de "pues mi padre es más fuerte que Franco" o el atraco a boca armada de la lata de galletas que escondía mi madre...), el venerable padre nosequé (un nombre apocalíptico como Honorato o algo así) se mesaba sus crines y miraba a un punto indefinible del techo como escudriñando la veracidad de mi declaración en las conjunciones estelares de trampantojo del retrato de la Inmaculada Concepción.

Compréndanme, titubeaba, claro que titubeaba. Como no hacerlo ante ese santón barbudo, cuyo aliento para colmo apestaba, y al que creía siempre a punto de descubrir mi herética propensión a preguntarme sobre la belleza de doncella de barrio de la modelo que inspiraba de aquel cuadro de la virgen, y a derivar por derroteros de blasfemia y perdición en las procelosas aguas del tedio dominical de aquellas misas insufribles.

Por eso ahora titubeo (entiéndase por tal el truco de acogerme a mi pasado más remoto con tal de no pasar a enumerarles mis pecados) y mis dedos empiezan a teclear y suprimir balbuceantes. Esto de la letra digital es lo que tiene, menos estresante. Antes comenzabas a escribir y en cuanto se te iba el hilo comenzaban los tachones y, lo que es peor para la paz de uno, el papel arrancado del cuaderno, estrujado entre las manos y lanzado al frío limbo de las palabras abortadas. Perdonen, uno se acuerda de los curas y los fetos le salen sin querer, ya vuelvo a lo mío.

Creo que se empezaba por confesar la demora desde la última confesión. Veamos... muuuchos años, sí, pero que muchos. Tantos que ni me atrevería a confesarme de verdad en una iglesía si me diese la gana (que no es el caso). Seguro que ahora ya no es lo que era, lo mismo te sale un curita de esos jóvenes, como los que salen de portavoces de los obispos, doctores en Teología y con MBA en Esade, con entrenamiento en interrogatorios por la facultad de Guantánamo. Quita, quita... Además, ahora seguro que ya no se dice lo de antes y se me va a notar que no estoy al día en liturgia. Vete a saber qué ha sustituido al Ave Purísima y al Padre he pecado... Seguro que alguna frase almibarada y de la nueva teología, es decir, lo mismo de siempre pero con diseño casual. Puede que incluso ahora lo graben en su base de datos, y así San Pedro y Satán van planificando la intendencia de sus respectivos dominios.

Que sí, que sí, que vuelvo a las andadas, que es el viejo truco de ver la paja en el ojo ajeno antes de confesar la viga en el tuyo. Pues nada, al grano con la viga. De pino, la mía es de pino. Sí, ya sé que no es una madera muy noble que digamos, que los pecados esculpidos en cedro parecen hasta dignos de cometer, y los de ébano y caoba tienen ese toque exótico que le da un aroma de delirio lujurioso; pero yo me cojo el pino, de nuevo cosas de la infancia, de resinas, de barquitos de corteza, del crujir de la pinaza seca al jugar al escondite...

No esperen por tanto pecados de alto lustre, ni dignos de rasgarse vestiduras o de aparecer en las crónicas de sucesos, ni tan siquiera en los confesionarios de la tele; que, por cierto, no sé que espera el Vaticano para realizar realitys de confesión en vivo y relanzar de nuevo un producto que ya no vende. Millones de fieles volverían a lavar sus culpas en el Jordán de las audiencias, bueno, a ver lavar las de los demás y a regocijarse con su roña, pero algo es algo.

No, los míos son pecadillos vulgares y corrientes, poca cosa, lo de siempre, lo de todos... Por eso me cuesta empezar, porque si eres confeso de atraco a mano armada resulta más fácil. Impacta ya de entrada. El otro se dice: joder, bien empezamos... Lo dice con desprecio y desde la confianza que da la existencia de prisiones y la debilidad del acusado que implica el propio acto de confesarse; pero lo dice, y con algo de envidia, con esa sorda envidia que nos da a los mediocres todo lo que sobresale por arriba o por abajo.

Perdón de nuevo, me dejaré de tretas evasivas, que aunque sirvan para ilustrarles sobre algunos pecadillos de los de mal de muchos consuelo de tontos, solo sirven de preámbulo cobarde. Allá voy y que Dios me coja confesado, y nunca mejor dicho: confieso haberme asesinado.

Januman

Confesiones de un malandrino
de Angelo Branduardi

(continuará)

martes, 8 de febrero de 2011

Pasos de baile


Pasos de baile

Me preguntas por qué danzo,
y bailando con palabras te respondo:

He visto pieles erizadas bebiéndose a sorbos
olido fragancias al galope en cabellos voladores
gustado el tacto delicado de mejillas ardientes
oído silencios vibrantes en pozos de pupilas
y tocado
sobretodo he tocado
carne luminosa y almas de seda.

Por eso no me pidas
argumentos ponderados que no huelen
que no oyen, que no tocan
ni datos carentes de sonido o gusto;
no busques manuales de uso o tratados al detalle
porque en el fondo de tus dudas
tú ya sabes de que te hablo
aunque aún no te escuches en mí

En el cuerpo está escrito el mapa del gozo
y tu alma conoce el recorrido;
solo necesitas desnudarlos de la mente
ceder el mando al niño que soñó contigo
volver a jugar al corro de la vida
y ser así un nosotros palpitante.

© Januman

Baila conmigo hasta el fin del amor de Mr Cohen


Querid@s buhardiller@s.... Vengan si les place. Tengo vino especiado. Llueve en mis cristales y el musgo que me tapiza el alma se vuelve carne turgente sedienta de caricias. Hay rumores de respuestas buscando una pregunta bajo los paraguas porque es tarde de domingo. Ya saben: toca cebar a los caballos y prepararle sillas y bocados fuera de su vista, para que no se nos desboquen por la mente.

Es culpa de mi cuerpo. Sí, vaya, ya saben que adoro la ironía. Mi cuerpo es culpable de que desatienda la buhardilla. A ser sinceros, nunca le hizo mucha gracia esto de pegarse a una pantalla, adoptar la postura del canguro y soportar la cómoda cárcel de este viejo sofá. A mi cuerpo le gusta moverse, correr, andar el mundo, saltar, nadar, tocar, plapar, abrazar, comer, beber, bailar, follar (sí, para que andarnos con melindres...) y si no puede hacer nada de lo anterior, le gusta dormir, dormir y dormir. Por eso se me resiste a sentarse y mover apenas los dedos brincando entre las teclas.

Mi cuerpo esta harto de que le obligue a hacer lo que no le gusta, de que anteponga el tiempo del mundo al tiempo de la vida, de que lo use como se usa un electrodoméstico o una bicicleta, de que me salte el manual de instrucciones que llevo impreso en mi conciencia, de que apenas le eche cuenta y de que no le quiera como quiero a mi mente. No es que sea celoso, es que tiene razón: su hermana se ha pasado tres pueblos, prentende ocuparse de todo, incluso de aquello que para nada le es propio, de aquello que por naturaleza es territorio del cuerpo: el placer, los sentimientos, la felicidad.

Mi cuerpo tiene voz de niño, de niño enfadado, pero de niño al fin. Reclama con simples, pero claros argumentos, que el mundo es un patio de recreo; los demás, compañeros de juego y travesura y la vida un juego sin más reglas que el respeto y una mirada limpia por bandera.
Últimamente le hago más caso. Me siento culpable, no he sabido respetar sus leyes y él y mi alma han pagado las consecuencias. Uno se creía un gran jockey, montado encima de él, con un brilante disfraz de colorines y una fusta para exigirle exprimirse en veloz carrera hacia la nada. Ahora me toca cuidarle, mimarle, dejarle galopar por los pastos del ahora, saciarse con la hierba jugosa del placer, reposar jadeante y sudoroso como un dios lustrado para el rito. Oficiar en el altar de la carne la liturgia de la piel para el dios que nos habita.

Como ven, he estado muy ocupado escribiendo con las yemas de mis dedos. Una tarde de lluvia permite esta pausa plena de confidencias. Venga, un abrazo y besos para tod@s, que de eso se trata.

Un pequeño homenaje a nuestros cuerpos, porque ellos mantienen en marcha los sutiles engranajes de la vida.

THE CLOCKTOWER

A un olmo seco de Machado porque la primavera viene reclamando sus dominios en la carne