Ésta es mi Casa, tu Casa

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martes, 8 de febrero de 2011

Pasos de baile


Pasos de baile

Me preguntas por qué danzo,
y bailando con palabras te respondo:

He visto pieles erizadas bebiéndose a sorbos
olido fragancias al galope en cabellos voladores
gustado el tacto delicado de mejillas ardientes
oído silencios vibrantes en pozos de pupilas
y tocado
sobretodo he tocado
carne luminosa y almas de seda.

Por eso no me pidas
argumentos ponderados que no huelen
que no oyen, que no tocan
ni datos carentes de sonido o gusto;
no busques manuales de uso o tratados al detalle
porque en el fondo de tus dudas
tú ya sabes de que te hablo
aunque aún no te escuches en mí

En el cuerpo está escrito el mapa del gozo
y tu alma conoce el recorrido;
solo necesitas desnudarlos de la mente
ceder el mando al niño que soñó contigo
volver a jugar al corro de la vida
y ser así un nosotros palpitante.

© Januman

Baila conmigo hasta el fin del amor de Mr Cohen


Querid@s buhardiller@s.... Vengan si les place. Tengo vino especiado. Llueve en mis cristales y el musgo que me tapiza el alma se vuelve carne turgente sedienta de caricias. Hay rumores de respuestas buscando una pregunta bajo los paraguas porque es tarde de domingo. Ya saben: toca cebar a los caballos y prepararle sillas y bocados fuera de su vista, para que no se nos desboquen por la mente.

Es culpa de mi cuerpo. Sí, vaya, ya saben que adoro la ironía. Mi cuerpo es culpable de que desatienda la buhardilla. A ser sinceros, nunca le hizo mucha gracia esto de pegarse a una pantalla, adoptar la postura del canguro y soportar la cómoda cárcel de este viejo sofá. A mi cuerpo le gusta moverse, correr, andar el mundo, saltar, nadar, tocar, plapar, abrazar, comer, beber, bailar, follar (sí, para que andarnos con melindres...) y si no puede hacer nada de lo anterior, le gusta dormir, dormir y dormir. Por eso se me resiste a sentarse y mover apenas los dedos brincando entre las teclas.

Mi cuerpo esta harto de que le obligue a hacer lo que no le gusta, de que anteponga el tiempo del mundo al tiempo de la vida, de que lo use como se usa un electrodoméstico o una bicicleta, de que me salte el manual de instrucciones que llevo impreso en mi conciencia, de que apenas le eche cuenta y de que no le quiera como quiero a mi mente. No es que sea celoso, es que tiene razón: su hermana se ha pasado tres pueblos, prentende ocuparse de todo, incluso de aquello que para nada le es propio, de aquello que por naturaleza es territorio del cuerpo: el placer, los sentimientos, la felicidad.

Mi cuerpo tiene voz de niño, de niño enfadado, pero de niño al fin. Reclama con simples, pero claros argumentos, que el mundo es un patio de recreo; los demás, compañeros de juego y travesura y la vida un juego sin más reglas que el respeto y una mirada limpia por bandera.
Últimamente le hago más caso. Me siento culpable, no he sabido respetar sus leyes y él y mi alma han pagado las consecuencias. Uno se creía un gran jockey, montado encima de él, con un brilante disfraz de colorines y una fusta para exigirle exprimirse en veloz carrera hacia la nada. Ahora me toca cuidarle, mimarle, dejarle galopar por los pastos del ahora, saciarse con la hierba jugosa del placer, reposar jadeante y sudoroso como un dios lustrado para el rito. Oficiar en el altar de la carne la liturgia de la piel para el dios que nos habita.

Como ven, he estado muy ocupado escribiendo con las yemas de mis dedos. Una tarde de lluvia permite esta pausa plena de confidencias. Venga, un abrazo y besos para tod@s, que de eso se trata.

Un pequeño homenaje a nuestros cuerpos, porque ellos mantienen en marcha los sutiles engranajes de la vida.

THE CLOCKTOWER

A un olmo seco de Machado porque la primavera viene reclamando sus dominios en la carne