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sábado, 6 de agosto de 2011

CONFIDENCIAS


Sí, lo sé, las entradas se espacian en un lento goteo que rompe silencios cada vez más largos con una resonancia a pozo que se agota. Confieso que me cuesta escribir, especialmente aquí, en este blog, que surgiera ya hace dos años del delirio de una noche interminable de verano. Ni siquiera sé si me seguís leyendo, a excepción de mi queridísimo y paciente trío de damas del norte, la vieja guardia de la taberna, sin la cual ya hace tiempo que hubiera colagado el carteL de se traspasa. En el fondo puede que me escriba a mí mismo, el blog siempre tuvo algo de onanista.

Nació con escasas pretensiones de lectura, como mensaje en botella que se lanza al mar con apenas esperanzas de que llegue a algún destino, pero escrito más como Crusoe, a modo de un diarío que aliviase la inmensa soledad de mi naufragio. No ocultaré que aquel inicio contenía ocultas intenciones, que no merece la pena develar ahora; pertenecen a la trastienda de mi vida, esa cocina de Januman en la que se ha guisado a fuego lento cada entrada. Lo sé, parece incongruente ese juego de palabras de ocultismo, pero aquello que causó dolor debe permanecer en las letrinas, donde el tiempo y la conciencia lo fermentan para extraerle su esencia. Todo pasa y solo queda el aroma del recuerdo. La melancolía, esa infección que reinaba a sus anchas en las mucosas inflamadas de mi alma, resulta una pose vanidosa del orgullo, una muleta que nos vuelve cojos, una pereza existencial que nos postra en lechos de seda tejidos por el gusano del miedo. Ya hace tiempo que renuncié a servirme el pasado en copas de cristal de bohemia, y prefiero beberme el ahora en el cuenco de mis manos.

Sí, taberna y cocina han ido de la mano en un proceso perceptible a cada entrada, un parelismo emocional del que habéis sido cómplices de lesa intimidad. Lejos quedan aquellos comentarios que se sucedían en cascada febril y palpitante, aquellas escaramuzas elegantes en que palabra a palabra nos desnudamos de ropaje mientras manteníamos la máscara y el antifaz como trinchera. Fue hermoso, pero ya no es, como tantas cosas, como tanta gente.

Yo mismo no soy yo. Apenas me reconozco en aquel que ávido abría la tapa del portátil y sorbía vuestras palabras con los ojos lamiendo la pantalla. Murió, naufragó en su propia isla, buscando una sirena en los mares del amor propio. Y en ese pozo que se abre cuando se secan las olas y no queda más que arena y fango, chapotée como pez que se asfixia en el aire, dando bocanadas al abismo mientras mi piel se cuarteaba. Aún no sé como he llegado hasta aquí, pero mordí el anzuelo que la vida me lanzó y nadé, como marino borracho en busca de orilla, como lobo famélico que encuentra carne bajo el hielo. Comenzó a llover, y cada poro se hizo boca, y bebí. Solo cuando navegué sin rumbo llegó una sirena, solo cuando renuncié a perderme pude encontrarme.

Todo está escrito en el blog. No importa si nadie lo lee. El simple hecho de dejar que estas palabras existan como tales justifica este momento. De eso va esta entrada, de encontrar un porqué seguir escribiendo aquí. Es una tarde hermosa de agosto. El cielo de Castilla es un mar surcado por una flota de algodón. La ciudad está hermosa, bronceada, como sentada en la terraza de si misma a ver pasar las nubes. Me siento vivo al escribir, hay una voz que resuena en mi sangre, que borbotea en mi boca. Quizás me leas y recuerdes que existes. Solo por eso merece la pena.

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Esta entrada surge de una canción, LA MAZA, recobrada del pasado gracias una versión renovada. La original es de Silvio Rodríguez. Mercedes Sosa hizo un versión espléndida con esa voz suya de raíz y tierra. Existe otra a dúo con Shakira más que aceptable.

La letra es magnífica en boca, aunque no de fácil digestión. Puede que incluso cada uno le encuentre su propio sentido. El de Silvio, el autor, te lo dejo al final por si te apetece contrastarlo con el tuyo. Por cierto, el sinsonte es un pájaro de Cuba.

Si no creyera en la locura
de la garganta del sinsonte (pájaro)
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura (miedo)

Si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza.

Si no creyera en lo que agencio
si no creyera en mi camino
si no creyera en mi sonido
si no creyera en mi silencio.

Qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores resplandores,
que lucecitas montadas para escena.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un testaferro del traidor de los aplausos,
un servidor de pasado en copa nueva,
un eternizador de dioses del ocaso,
júbilo hervido con trapo y lentejuela.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.

Si no creyera en lo más duro
si no creyera en el deseo
si no creyera en lo que creo
si no creyera en algo puro.

Si no creyera en cada herida
si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida.

Si no creyera en quien me escucha
si no creyera en lo que duele
si no creyera en lo que quede
si no creyera en lo que lucha.

Ay, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones,
un revoltijo de carne con madera,
un instrumento sin mejores resplandores,
que lucecitas montadas para escena.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un testaferro del traidor de los aplausos,
un servidor de pasado en copa nueva.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Un eternizador de dioses del ocaso,
júbilo hervido con trapo y lentejuela.

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.
Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera,
qué cosa fuera la maza sin cantera.



La letra es magnífica en boca, aunque no de fácil digestión. Por cierto, el sinsonte es un pájaro de Cuba.Hay versos mágicos, de belleza rotunda, nutritivos y sabrosos para mente y corazón. Puede que incluso cada uno le encuentre su propio sentido. El de Silvio, el autor, puedes contastarlo con el tuyo en este enlace.


La versión de Silvio