lunes, 2 de agosto de 2010
UN BUEN TRABAJO
La sangre resbala extraña y sucia sobre el brillante acero inoxidable. No me agrada el efecto y menos aún cuando el agua la diluye y se pierden juntas en sucia acuarela por el sumidero. La sangre donde realmente queda bonita, perfecta, es en la piel, recién derramada, calentita aún, con ese color tan puro y denso, deslizándose lentamente lamiendo un muslo o salpicada como granos de granada sobre un vientre de terciopelo.
No ha estado mal el trabajito de hoy, cinco fiambres en un día. No me quejo, la verdad es que pagan bien, y metidos en faena igual da uno que cinco. Don Alberto quedará satisfecho. A mí me deja siempre los trabajos sucios, confía en mí y yo no le defraudo: soy discreto y limpio, cuido el detalle y no dejo huellas, para eso me pagan. Mañana, si me acuerdo, miraré los nombres de los muertos en la prensa. O no... La verdad es que casi nunca lo hago, prefiero trabajar sólo en su muerte sin saber nada de sus vidas. Ese es el truco de este oficio: ser frío, indiferente, ajeno, y para ello nada mejor que verles como meros objetos de trabajo.
La putita, por ejemplo, con su cuerpo de ninfa bajo el vestido de lamé y las botas altas. Un navajazo preciso. Un trabajo fácil. ¿Por qué matarla? Yo que sé... Nunca me ha gustado ocuparme de putas y encima algo no cuadraba del todo: un cuerpo demasiado fino para hacer la calle, casi de niña y con toda la pinta de pijita... Mal rollo fijo. Mejor no preguntar.
La maruja gorda ha sido otra cosa. Costó lo suyo rematarla. ¡Vaya que sí! Cinco cuchilladas nada menos: las tres primeras no hicieron más que cortar grasa, la cuarta un tajo en la mano con la que trataba de protegerse, la quinta, profunda y con recorrido, le rompió las tripas. En medio de la faena, no he podido evitar recordar cuando iba al pueblo con mis padres para la matanza. Su carne, blanda y fofa, olía a cebolla, a ajo y a lejía.
El más rápido ha sido el tercero: un chavalito de los modernos con su piercing, sus tatuajes y esa expresión de espanto en los ojos, cercana al estallido, que deja la muerte por asfixia. El pañuelo de seda en estos casos es la elección acertada para que no se vean marcas. ¡Qué pena de veinte años! Le cambiaba yo a ese gachó el cuerpo sin dudarlo, que uno ya no es el mismo de antes.
Los otros dos iban en el mismo paquete: hombre y mujer, treinta y algo, vestidos de noche, salen de fiesta, cogen el coche, los frenos no responden, y dos cuerpos rotos e irreconocibles. Un accidente de circulación más. Un caso frecuente... Un trabajo fino de especialista.
Estoy cansado, pero satisfecho. No siempre consigo rematar bien la faena y la verdad es que hoy me he portado ¡Soy bueno, joder! Probablemente el mejor de por aquí, que a veces da pena ver las chapuzas de otros. Bueno, me voy a casa, me merezco un descansito y una buena cena. Un último vistazo... ¡Perfectos! Los cinco preparados al detalle, elegantes, maquillados. Me gusta verlos así, con la ropa que han traído los familiares, como si fueran a una boda. Mañana se dirán susurrando que parecen dormidos y más de uno les besará en la frente, como hago yo con mi hija por las noches.
Me voy. No me gusta encontrarme con las familias, me da grima y además no me conviene. Yo sólo soy el que disfraza a la muerte para amortiguar su dolor, para que los cuerpos que han amado se parezcan a sus recuerdos, para que la visión de su carne rota no les persiga y les devore. Yo me llevo conmigo esas fotos venenosas para ellos y las dejo desvanecer en una obscura estantería perdida en mi memoria a la que procuro no acercarme. Nada quiero saber de sus nombres, nada de sus vidas, que otros jueguen a imaginarlas. Yo no sé hacerlo ni quiero saber, sólo soy un artesano de la compostura y el engaño que maquilla el rigor de la muerte para la ceremonia del tránsito. Ese es mi oficio y para eso me pagan.
Voy a salir por la puerta de atrás del tanatorio. Además hoy hay mucha prensa y curiosos, que no todos los días hay un accidente mortal doble, dos asesinatos y un suicidio en una ciudad de provincias como ésta. ¡Yo me largo! Con un poco de suerte pillo el autobús de y cuarto y puedo ver la segunda parte del partido. Parece que va a llover.
© Januman
De Mister Nick Cave: Where the wild roses
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Jolines jefe!! en ascuas...estaba en ascuas...jeje no queria pensar que era un asesino, pero su tratamiento de la forma de morir me hacia dudar jajaja ha sido intrigante Capitan.
ResponderEliminar"artesano de la compostura y el engaño que maquilla el rigor de la muerte para la ceremonia del tránsito"....menudo oficio...hay que tener valor...
Un antiguo relato repescado para el blog.
ResponderEliminarEn ascuas... eso pretendía, así como generar la falsa impresión del sicario. Es un jodido trabajo, pero alguien lo tiene que hacer. De hecho conocí a quien lo hizo un tiempo: decía que pagaban muy bien...
Ese es el truco, efectivamente.
ResponderEliminarNo involucrarse, permanecer ajeno y hacer un buen trabajo.
Parece difícil. El tiempo, supongo, tambien trabaja.
Pero siempre permanece una nota de calor ajena a la indiferencia :
"Yo me llevo conmigo esas fotos venenosas para ellos y las dejo desvanecer en una obscura estantería perdida en mi memoria a la que procuro no acercarme"
Un beso.
Pd
Conocí a un fiscal que me contó sobre su oficio algo muy similar a esto.
Conseguir dejar casos aterradores sobre la mesa del despacho y marcharse vacío de tanto horror.
Dicen que se acaba consiguiendo.
Pero me parece tan difícil cerrar de golpe la puerta de la memoria ...
Creo que también va en la forma de ser de cada uno-a. Hay quien vale para eso y quien un, quien puede separar en compartimentos estancos emociones y afectos: aquí el trabajo, aqui mi casa, aquí yo...
ResponderEliminarNo me pregunteis cómo se hace, solo se que lo hacen.
La puerta de la memoria es peculiar, a veces oculta estanterias deseadas y nos muestra aquello que no queremos recordar. Recuerdo y olvido, un buen tema para otra historia.
Buenas noches de verano, pese al calor.
Y ese final...
ResponderEliminar"Con un poco de suerte pillo el autobús de y cuarto y puedo ver la segunda parte del partido. Parece que va a llover"
Cara de partido se me quedaría a mí!!!
Es su vida, su rutina, cuesta imaginárselo.
Vaya relato, da escalofríos. Otro registro del Capi.
Espero volver a Lady Jones por esta casa.
Buenas noches de verano, aunque por aquí poco sol y mucha lluvia...
Jo!!!! Quiero vitamina D.
Sí, otro registro, ya estaba bien de tanta autocompasión... Esperemos que el tiempo muerto de nuestra querida bufona no inlcuya tomarse su cervecita en la casa. Te mando un rayo de sol jojojo que por aui tenemods para dar y tomar, aunque envidiemos algunas noches vuestro fresquito norteño.
ResponderEliminarPasan los años y me sigue afectando ver el manejo de la indiferencia a tiempo parcial.
ResponderEliminarQuién me iba a decir a mí en aquel 2010 que unos textos formativos iban a recomendar ese tipo de barrera emocional.
¿Barrera? ( Aún no quiero poner ladrillos, Capitán)
Abrazos
¿Textos formativos? ¿Me he perdido algo...?
ResponderEliminarIntrigante. Pensaba que era el asesino... Y aun asi mi mente me juega una jugarreta pensando que puede ser asesino y luego el embalsamador... Macabro verdad?
ResponderEliminarEl lector reescribe la obra. Tu le das una perspectiva inquietante, que daría mucho juego.
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