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viernes, 24 de diciembre de 2010

DE LA FELICIDAD




Paseo sin rumbo por una ciudad nevada, bañada con la gélida luz de las mañanas de invierno de Castilla. Estoy contento, feliz quizás. Me cuesta utilizar la palabra felicidad, quizás porque padezco el síndrome del eterno insatisfecho, de quien anhela lo sublime y al que le duele la mediocridad del día a día; pero algo está cambiando en mí, es como una nueva forma de percibir el mundo.

Me recuerda cuando de pequeño resultó que era miope y me pusieron las primeras gafas... Qué magia enfocar de nuevo todo, redescubrir el detalle y los matices olvidados, ver la vida con el barniz brillante de la mirada exacta y, más aún si cabe, con los ojos limpios y voraces de los niños. Sí, es como si me estuviera ajustando unas lentes el óptico del alma. En ello estoy, comienzo a divisar signos que antes percibía borrosos en los rostros de la calle, en esas cosas que nos pasan y que ahora comienzan a cobrar cierto sentido en la galería fotográfica de la esperanza.

Ser feliz... hacer feliz a aquel que me rodea... No, no me he contagiado de publicitis navideña ni padezco sobredosis de polvorón. Vuestro Capi hoy faena en esta bodega silbando un villancico: gatatumba, tumba, tumba... mientras coloca bolas de Navidad y en la sartén se sofríen a fuego lento próximas entradas con aroma de chimenea sobre fondo de misterio.

Como querría que entrarais tod@s por la puerta a carcajada abierta, con ese torpe alboroto de los grupos de amigos en Navidad. Gastaros alguna broma y luego serviros un buen vino (perdón Mylady, la birra pa el verano) con unas tapitas de la casa, calentitas, junto a la estufa de leña, mientras desempolvo mi viejo acordeón y cantamos a capella afónica canciones del mar del sentimiento.

Debo darle gracias a la vida, me ha tratado duro últimamente, más también ha sido generosa en sus regalos, exigiendo para ello que estuviese dispuesto a recibirlos, que me despojase de todo aquello que me ataba a mí mismo. Tambien pido perdón, solo yo soy culpable de lo malo que he vivido, sólo yo responsable de mis logros, mas en esa soledad de aquel que decide recorrer el camino perdido huella a huella, brazos que no esperaba me cogieron de la mano, labios vírgenes se abrieron como flores para obsequiarme sus sonrisas y un cabello con olor a selva abandera mis sienes mientras me entrego a la vida.

Venga, que no se diga... ¿ su Capi sonriendo en vez de hilar nostalgias? Pues sí, ya me enredé con el pasado, déjenme ahora zambullirme desnudo en el presente.

Besos, abrazos y caricias.

Y ahora, abramos las ventanas, el cielo nos espera:

PASEANDO POR EL AIRE

2 comentarios:

  1. Me alegro tanto, Capi!!!!
    Un beso y un brindis.
    Como dice Dorian:
    "De la vida que soñamos aún nos queda lo mejor"

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  2. Brindemos por esa vida que nos queda por soñar

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