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jueves, 9 de diciembre de 2010

UN HOMBRE CABAL

El martes murió mi padre. La primera vez que escribí estas palabras me costó, sonaban tan duras... Ahora, que la realidad va calando con su lluvia de cotidianeidad, me suena como algo natural, un hecho engarzado ya en mi biografía como esos hitos que señalan un antes y un después. Han sido días de actuar, de asumir y afrontar los rituales de duelo y despedida, de confortar y hacer acto de presencia, asumir papel protagonista, mientras en la intimidad vives a tu forma esa despedida.

Permitidme que no desvele esa intimidad, que solo a mi padre y a mí nos concierne. Los recuerdos aflorados, los perdones concedidos, las disculpas aceptadas, el cariño de los momentos a solas. Si quiero en cambio hablaros de él, quizás porque me remuerde un poco no haber hecho lo que quise y no llegué a cumplir: escribirle en vida mi reconocimiento y gratitud.

Me han venido a la memoria las Coplas a la muerte de mi padre de Jorge Manrique. De hecho las he releído hace un rato, pensaba empezar con un extracto; pero no, no me han agradado. No puedo usar las loas de alguien que considera grande a su padre por haber matado muchos moros, aunque inicie ese poema con hermosas reflexiones fluviales de todos conocidas.

Por otro lado, mi padre no era noble (mejor dicho, sí lo era pese a sus apellidos vulgares, lo que no tenía era título) ni desempeñó ninguna ocupación relevante. Fue un simple funcionario, alguien que definía irónicamente ese empleo como el de quien recibe un papel, hace algo con él y se lo pasa a otro. Me decía mi hermana que se murió como vivió: sin hacer ruido. Es cierto, y sin embargo, tenía madera de héroe, de esos héroes anónimos que sostienen el mundo sin capa ni seguidores.

En el velatorio alguien dijo de él: era un hombre cabal. Lo fue, fiel a sus principios, alguien que no cedió incluso a esas corruptelas que su trabajo le ofrecía y que le hubieran concedido fácilmente y sin riesgo ese dinero que tanto le costaba conseguir. Hoy, cuando meter la mano en el saco está de moda y ser honesto parece de tontos, el ejemplo de mi padre es para mí un baluarte moral más claro y comprensible que sesudos tratados de ciudadanía al uso.

Su vida no fue fácil, sin embargo, luchó por hacernos la vida fácil a los demás. Sé que fue feliz en su niñez, no había más que fijarse en su entusiasmo cuando se recordaba a si mismo en su pueblo. Sus recuerdos guardaban aromas frutales, de niños robando manzanas, correteando por los campos, jugando con anímales, escuchando los relatos de las viejas junto al fuego en el invierno mientras en la noche aulllaban la ventisca y los lobos. Pero la guerra civil le expulsó del paraíso y la muerte de su padre de la infancia. Tenía 14 años cuando aquel, en su lecho de muerte, le hizo jurarle que cuidaría de su madre y sus hermanos.

¡Vaya si ha cumplido el juramento! Quizá su mayor defecto fue preocuparse demasiado de los demás y poco de sí mismo. De inmediato dejó en un segundo plano unos estudios muy prometedores para ponerse a trabajar. Trabajar, cómo ha trabajado mi padre... Ríanse de las jornadas continuas, eso sí que era jornada continua.: trabajaba de funcionario toda la mañana, luego toda la tarde en una empresa privada y después de cenar se ponía a llevar la contabilidad de varias tiendas. Uno de mis recuerdos inborrables es el de irle a dar un beso antes de irme a la cama y encontrármelo dormido agotado sobre un montón de facturas. Muchas de las cosas, saberes y capacidades que disfruto se las debo a ese esfuerzo tenaz. Mi vida ha sido más comoda gracias a su esfuerzo.

Siempre he odiado esos panegíricos de funeral en las que el finado era canonizado y sus pecados relegados para más tarde. Mi padre tenía defectos y cometió errores. Como yo los tengo y cometí. Como todos. Compartimos en nuestra humana condición el ser imperfectos. Él no era el padre que quizás yo hubiera elegido ni yo fui el hijo que el esperaba. Afortunadamente para ambos, la libertad engendra destinos no previstos y nos une con un vínculo más poderoso que la razón: el sentimiento.

Por eso he elegido para esta entrada la sonrisa etrusca que me hizo conocer Sampedro, la alegría cotidiana como heraldo de la vida ante la muerte. Quiero recordarle en su humana condición, cuando consiguió que sus pantuflas fueran esquíes sobre los que me deslizaba hacia la cama con mi cabeza apoyada en su vientre, cuando sus muslos eran lomos de caballos, cuando me enseñó a pescar (aunque luego me aburriera).

Cada vez me doy cuenta de lo que nos parecemos. En el hijo se puede volver, dice la canción que les propongo. Descanse en paz.

ZAMBA PARA NO MORIR

9 comentarios:

  1. Tu padre aún no ha muerto.Tu padre morirá el dia ése que tu olvides que murio y sin embargo intentes llamarlo para contarle......Nada... Habias olvidado que él........................

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  2. Lo recojo / José Luis Puerto


    Un puñado de tierra.

    Lo recojo.

    Es un don para el cuenco de mis manos.

    Es un don para el cuenco de mi vida.

    Sobre la tierra existo,

    Edifico mi casa,

    Planto la luz de las semillas

    Que me darán el pan.

    Bajo la tierra un día

    Descansarán mis huesos.

    ¿Y adónde irá mi alma?



    Un puñado de tierra.

    Lo recojo.

    Porque sé que es un don

    Que al misterio me liga.

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  3. Mr... ¿Sabes? no sé muy bien qué decirte, lo siento mucho parece insuficiente siempre en momentos así, ¿no?

    La bufona de la Corte te envía un gran abrazo blogger y brinda, ¡sí! Brinda, porque el legado que nos dejan es increíble y somos afortunados por poder apreciarlo en su totalidad.

    Un beso.

    La sonrisa etrusca es impresionante. Una joya. Como todas esas personas a las que hemos querido y querremos siempre.

    LADY JONES

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  4. CUANDO YO ME VAYA

    Cuando yo me vaya
    Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
    Quédate en silencio sin decir palabras,
    Y vive recuerdos, reconforta el alma.

    Cuando yo me duerma, respeta mi sueño
    Por algo me duermo, por algo me he ido.
    Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada
    Y casi en el aire con paso muy fino

    Búscame en mi casa, Búscame en mis cartas,
    Entre los papeles que he escrito apurado.
    Ponte mis camisas, mis sweaters, mi saco,
    Y puedes usar todos mis zapatos.

    Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
    Cuando haga frío, ponte mis bufandas.
    Te puedes comer todo el chocolate
    Y beberte el vino que dejé guardado.

    Escucha ese tema que a mí me gustaba,
    Usa mi perfume y riega mis plantas.
    Si tapan mi cuerpo no me tengas lástima
    Corre hacia el espacio, libera tu alma,.

    Palpa la poesía, la música, el canto
    Y deja que el viento juegue con tu cara,
    Besa bien la tierra, toma toda el agua,
    Y aprende el idioma vivo de los pájaros.

    Si me extrañas mucho, disimula el acto.
    Búscame en los niños, el café, la radio,
    y en el sitio ése donde me ocultaba.

    No pronuncies nunca la palabra muerte.
    A veces es más triste vivir olvidado
    Que morir mil veces y ser recordado.

    Cuando yo me duerma,
    No me lleves flores a una tumba amarga,
    Grita con la fuerza de toda tu entraña
    Que el mundo está vivo y sigue su marcha.

    La llama encendida no se va a apagar
    Por el simple hecho de que no estés más.
    Los hombres que viven no se mueren nunca,
    Se duermen a ratos, de a ratos pequeños
    y el sueño infinito es solo una excusa.


    Cuando yo me vaya extiende tu mano
    Y estarás conmigo sellado en contacto
    Y aunque no me veas, y aunque no me palpes
    Sabrás que por siempre estaré a tu lado.

    Entonces un día; sonriente y vibrante
    Sabrás que volví para no marcharme".
    ------------------------------------------------

    DEDICADO A TODOS LOS QUE NO VEN EN LA MUERTE EL FINAL, SINO UNA PARTE MÁS DE LA VIDA

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  5. Mi querida Mylady: venga ese abrazo y ese brindis. Os haré una confidencia: cierto sueño vivido mientras mi padre, sin yo saberlo, entraba en urgencias y diversas sensaciones posteriores generaron un estado de serenidad que me elevó por encima de la pérdida y el dolor. Fue como sentir que mi padre ya no estaba en aquel cuerpo que enterrábamos y en cambio estaba presente alrededor, en el aire, en los abrazos, en las caricias.

    Hubo quien al abrazrle sintio que no le abrazaba yo sino mi padre. Yo no someto esas vivencias al raciocinio ateo ni a la fe creyente, simplemente las vivo y significan en mi adentro.

    Gracias Julian en ese poema se refleja precisamente todo eso que menciono. De hecho, estos días duermo en la cama de mi padre y para mí es un honor

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  6. Lo siento muchísimo, Januman.

    Hoy no podía “no aparecer por tu buhardilla” llevo un tiempo leyéndote desde lejos pero al leer hoy tu entrada no he podido evitar acercarme a ti.

    Un abrazo y un beso desde la distancia aunque me gustaría abrazarte en persona y decirte lo mucho que lo siento mirándote a los ojos. Espero que te llegue mi ánimo y te ayude en esto duros momentos.

    Me quedo con ese “vínculo más poderoso que la razón: el sentimiento.”

    Un beso fuerte.

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  7. Resulta extraño que ese abrazo pueda sentirse, que esa mirada de unos ojos que no conozco me haga cosquillas en las retinas. Edda, me llega, claro que me llega.

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  8. A menudo me cuelo y hago algún comentario improcedente,después desaparezco y no dejo paso a ningún diálogo como el que tienes con las otras visitas a este reino, que son amigas y casi habitantes. Pero hoy mi atrevimiento quiero que esté lleno de cariño: puedo ponerme en tu piel e imaginar ligeramente (sólo ligeramente) qué sientes. Un abrazo muy fuerte.

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  9. Gracias por tu abrazo. Nunca he considerado tus comentarios improcedentes, las visitas fugaces son bienvenidas, dejan aroma a flor efímera.Hasta... la próxima vida

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