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jueves, 23 de julio de 2009

El cuento de una noche de verano


AMOR DE NUBE


Cuando decidió vivir en el desierto, sabía a lo que se arriesgaba. Llegó hasta allí por amor al agua, qué mejor lugar para adorarla que la seca soledad de su ausencia.
Ni siquiera construyó una casa, fue directo al único rastro que encontró de ella: una cueva, profunda, con olor a tierra mojada y el suelo de arcilla. Excavó en sus entrañas un pozo, quitando el barro acumulado con sus propias manos. Cuando afloró por fin el agua, dejó que el fondo se asentara, esperó paciente hasta ver su rostro reflejado en ella y bebió unos sorbos como si fueran besos. A partir de aquel día comenzó a aceptar el desierto, aprendió de las piedras, de la arena y de los cactus la eximia belleza del silencio en que se exprimen las últimas gotas de la vida. Comprendió su soledad y la aceptó.

Cometía un grave error: se había olvidado de las nubes. Una mañana, una nube azul apareció en la aurora, detrás de las montañas. La vio crecer al acercarse, variar de forma acariciada por el viento hasta pasar frente a sus ojos. Soñó con que lloviera, pero la nube pertenecía a otras tierras que reclamaban su humedad, y se alejó, volviéndose nostalgia y humo.

El tiempo cambió, y la nube se hizo costumbre mañana a mañana. Él se consagró a contemplarla, comenzó a madrugar para no perdérsela, a estrenar los ojos cada día para ella. Sentado en una duna, aprendía sus formas, el matiz de sus colores, su danza con el viento, su sombra navegando por la arena. Cuando ya se hacía a la idea de que su anhelo no era más que una quimera, le cayó en el hombro una gota de lluvia, pequeña pero perfecta, un lunar de cristal brillando para él. Comprendió que quizás fuera posible que lloviera en el desierto. No hubo más gotas, pero leyó en esa lágrima de nube una promesa y aceptó esperar todo el tiempo que exigiese un deseo como aquel.

La siguió viendo pasar, comenzó a aparecer algunas tardes haciéndose más densa, y una noche sin luna se puso a tirarle besos. Eran gotas grandes, de esas que resbalan por el cuerpo. Cerró los ojos y bebió las pocas que cayeron en sus labios. Nada más, la nube debía seguir su camino. Desde entonces, el agua de pozo empezó a dejarle un regusto salobre. La sed ya era otra, deseaba empaparse, mirar al cielo y abrir la boca para saciarse de lluvia, pero el tiempo cambió de nuevo, ahora la nube sólo pasaba de cuando en cuando. Eso sí, cada vez que lo hacía, llovía más, pero nunca hasta el punto de bañarle, ni siquiera lo suficiente para dejarle un charco, porque la soledad de su desierto la absorbía al instante, y el viento siempre aparecía para llevársela, devolverla a su camino e impedir aquel amago de diluvio.

Los días sin nube comenzaron a volverse interminables. El desierto, quizás celoso, se volvió aún mas seco. Él resistía refugiándose en su pozo, convirtiendo aquella humedad en recuerdos de la nube, pero cada vez encontraba menos agua. Tuvo que seguir excavando en sus entrañas para poder beber, para poder seguir esperándola. La sed le abrasaba. Las escasas ocasiones que la nube le otorgaba algún breve chubasco, se desnudaba por completo para volverse una raíz, absorber cada molécula y florecer de nuevo, pero cada vez tenía más sed y la humedad duraba menos.

Aquella noche subió a la duna. Había luna llena y el cielo se fundía con el desierto. Aquel silencio susurró el temor: ¿cuánto agua quedaría en el pozo, qué pasaría cuando encontrase una roca, cuánto duraría la humedad de sus recuerdos, cuánto se puede vivir sin agua suficiente?

Januman

(continuará)

PARA LOS QUE QUIERAN UNA BANDA SONORA PARA EL CUENTO: COMO EL AGUA (CAMARÓN)

9 comentarios:

  1. Seguiras....?cuanta mágia, no creo que esa nube cese y no esté alerta, siempre hay más. La nube seguro que se estremece, con tanto.....

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  2. Como lector asiduo le concedo un privilegio:

    - Esperar el siguiente capítulo
    - Escribirlo usted

    Usted decide, comodoro Luís.

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  3. Espero?...me pones en un aprieto, creo no estar ala altura de tal honor, pero ya que eres tan gentil; daría pinceladas. Tal vez así hasta me enseñes y aprenda de tal honorable Capitán; Pues adelante!,espero ser enriquecedor.Esperame o te sigo mas tarde..

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  4. Me encanta que aceptes el reto. Prefiero esperar sus palabras. La verdad es que anoche al llegar a ese punto me quedé en blanco. En el fondo no quería cuestionarme la respuesta a esas preguntas que surgían. Barajé incluso que ese fuera el final, dejarlo todo en el aire, sin respuesta. Pero, al releerla, me pareció una historia demasiado hermosa para un relato tan corto.
    Espero sus palabras, no tema, simplemente no sientá vértigo, porque todos estamos a la altura de nosotros mismos y, si escribe desde esa altura que nos iguala a todos que es la emoción, no debe preocuparse por las formas. Van Gogh sólo empezó a crear cuando buscó su propia técnica.

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  5. ¡No temas!
    No podemos estar sin agua, ni todo lo que nos aporta la sabia de la vida, de cualquier forma ahora si tenía luna, siempre. En su miedo e incesantes preguntas tenía una luz (ahí estaba), pequeña, melancólica, suave, temblorosa... estaba y llegaría; tal vez con otra forma pero no fallaría.
    Ella temió acercarse, descubrirse, entregarse, darle con su aroma y su color; pero le gusto y motivó. Se acerca sigilósamente, con miedo "mucho" pero con sentimientos de deseo con anhelo pues cada momento que sucede en su vida quiere más. Pero....¿cómo hacer?.. ¡que decir!! acercarme, rozarle, mojarle cuando lo que deseaba era abrazarle y respirar su aroma.

    Siempre tenía el desasosiego de no poder estar, pues los vientos no van siempre a favor.
    La nube juguetona sabe que vendrán vientos que le ayudarán a refrescar, humedecer, mojar con su frescor y esencia azul.
    Siempre estará el miedo...pero desea ese momento..

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  6. Me pillas mal de tiempo. Ya leeré tu propuesta como se merece. Por el momento me ha sugerido ponerle una banda sonora al cuento, cuyo enlace está al final. Escucha la letra. Me imagino a nuestro personaje cantándo así a la luna.

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  7. ¿Lo ves? Bastaba con elevarse para escribir sobre nubes y destilar belleza y misterio.

    Veo que has elegido para tu propuesta la visión de la nube. Todo un acierto, las historias centradas en un sólo personaje siempre tienden a ser parciales e incompletas.

    Observo que la nube también tiene miedo. Pregunto: al viento, al desierto, a la sed de aquel hombre... ¿a qué puede temer una nube?

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  8. A no llegar de la forma adecuada, al momento justo y saciar de la forma correcta.
    Pensé es más líndo compartir y ver cómo podría sentir el otro. Siempre gracias por la oportunidad

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  9. Con tanta sed que tiene el hombre, no creo que sea muy exigente tanto en la forma de saciarla, quizás en la frecuencia. Parece ser que ambos tienen miedo. Cuantas veces los miedos no compartidos frustran historias. Ésta está resultando un placer compartirla con vos comodoro Luís. Deme algo de tiempo, y escribo la segunda parte según el sediento.

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